Budôka es un término japonés que designa al practicante del Budô (o Artes Marciales), independientemente del grado que posea este en la disciplina practicada, puesto que la designación budôka se refiere a un punto de vista muy subjetivo, pues constituye el sentimiento íntimo con el que el estudiante practica las Artes Marciales. Y digo estudiante por que los Maestros (por muy Honorables o Grandes Maestros que sean), no dejan de ser estudiantes hasta el final de su existencia, pues la vida del budôka es una vida de estudio y entrenamiento constante.
Cuando hablo de Budô no me refiero a las Artes Marciales vistas tan sólo como un método de autodefensa o de combate, o como un simple deporte, Budô es una forma de vida pacífica que implica, además de estas facetas, un espíritu de autoconocimiento y superación personal, además de una serie de valores éticos y morales que ya eran inculcados por los Maestros de la antigua China, y por los fundadores del Bushidô japonés.
Estos valores constituyen un código de conducta que debe regir el comportamiento de todo budôka en toda su existencia, ya sea como artista marcial, o como miembro integrante de la sociedad. Conceptos como bien o mal, justicia o injusticia, honestidad o deshonestidad... son regidos por este código de conducta que debe estar siempre presente en la mente y los actos de todo buen artista marcial que se precie.
El código de conducta de aquel que sigue el Camino de Vida que son las Artes Marciales debe incluir los siguientes puntos:
* Respeto por la vida humana y por la integridad física y moral de nuestros semejantes. Por lo que sólo emplearemos nuestros conocimientos marciales en casos muy extremos, e intentando siempre causar el menor daño a nuestro o nuestros oponentes. Claro que en el caso de que sea necesario, es mejor que los frutos de la violencia los recoja aquel que los sembró. Sin este principio un artista marcial podría abusar de sus conocimientos y dañar a gente inocente.
* Cuidado constante de los más altos principios morales, los cuales deben regir la interacción con sus semejantes, o lo que es lo mismo, ser un excelente ser humano y ejemplo para los demás.
* Tener siempre una conducta intachable en su práctica marcial, tanto en el pensamiento como en los actos. A esta moralidad los chinos la llaman Wu Te, e incluye: la moralidad del acto y la moralidad de la mente, que más adelante estudiaremos.
PRINCIPIOS MORALES
Los principios morales que deben regir en todo momento la conducta del budôka con respecto a los demás, tan sólo por ser humano, son los siguientes: justicia, honestidad, sinceridad, cortesía, magnanimidad, diligencia, buena fe y bondad.
* Justicia. El ser justo consiste en dar a cada uno lo que es suyo o lo que se merece, y en valorar acertadamente las acciones y las circunstancias de la vida cotidiana, actuando en consecuencia. Por ello el budôka debe ser siempre imparcial, objetivo y recto en todo momento y en toda situación.
* Honestidad. Somos honestos y honrados cuando nos comportamos de acuerdo con las normas morales por las que nos regimos, cumpliendo con todo aquello a lo que nos comprometemos, lo cual se convierte en un deber, una obligación libremente elegida, pero obligación al fin y al cabo. Los antiguos samurais decían de este compromiso que es el honor, que es la carga más grata pero más pesada de llevar, pues te obliga de por vida a ser consecuente contigo mismo en todo momento, y a veces a pesar de uno mismo o de sus intereses.
* Sinceridad. Es la cualidad moral por la cual una persona se expresa con franqueza y sin falsedad, esto es, dice lo que piensa o siente sin ninguna doblez o malintención.
* Cortesía. Está compuesta por las reglas de urbanidad y comportamiento, esto es, por los actos con los que manifestamos en todo momento el respeto o el afecto por los demás.
* Magnanimidad. Es el término por el cual designamos a esa cualidad moral que es la grandeza de espíritu, que se manifiesta en saber perdonar las faltas y los errores de los demás.
* Diligencia. Consiste en realizar cualquier cosa que hagamos con prontitud y cuidado para que a su término esté elaborada lo mejor posible.
* Buena fe. Es simplemente el actuar sin malicia, lo cual entronca con la...
* Bondad. Que es la inclinación a hacer el bien con generosidad, lo cual suaviza el carácter aunque este se mantenga firme. ¡Cuidado!: no se debe confundir la suavidad con la debilidad, al contrario, como dice la máxima taoísta: "Lo suave prevalece, mientras que lo rígido perece".
Todos estos principios morales convierten a la persona (sea artista marcial o no) en un ejemplo para sus semejantes y en un estandarte de la más alta integridad.
MORALIDAD DEL ACTO
La moralidad del acto se refiere a la relación del estudiante con su Maestro, con sus compañeros de entrenamiento y con el resto de sus semejantes, e incluye las siguientes cualidades o virtudes: humildad, respeto, rectitud, confianza y lealtad.
* Humildad. Es la actitud por la cual una persona reconoce sus fracasos y debilidades (pues nadie es perfecto), al tiempo que no presume de sus logros, éxitos o victorias. Esto, aunque pueda parecer un síntoma de debilidad lo es de fuerza, ya que el que es humilde lo es por elección. Por otra parte, el que sigue estas premisas y es superior técnicamente no se debe vanagloriarse de ello, puesto que nada tiene que demostrar, es humilde y moralmente superior.
* Respeto. En este caso consiste en el acatamiento que el estudiante de artes marciales tiene a las indicaciones de su Maestro, además de seguir una serie de reglas de comportamiento y cortesía hacia su Maestro, sus compañeros (veteranos y novicios) y el lugar donde estudia y practica su arte marcial.
* Rectitud. Esta virtud se fundamenta en ser íntegro, esto es, hacer lo que es justo, lo que debe hacerse, aunque la acción suponga un agravio para nosotros mismos.
* Confianza. Consiste en el ánimo y el vigor para obrar que tiene aquel que tiene seguridad en sí mismo.
* Lealtad. Es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y el honor, esto es, hacernos dignos de la fe que otra persona ha puesto en nosotros y no fallarla, cumpliendo con las obligaciones que nos hemos impuesto a favor de esa persona.
Estas cualidades presentan al artista marcial que sigue el Camino como un ser superior, pues, como dice Lao-Tsé en su Tao Te Ching: "El que vence a los demás es poderoso, pero el que se vence a si mismo es en verdad el Poder personificado". Y vencerse a si mismo implica los principios antes descritos, pues la esencia del hombre es de índole egoísta y estas cualidades en su mayor parte indican una gran desapego personal, ya que voluntariamente deja de ser "el centro del universo" y se coloca por debajo de sus semejantes.
MORALIDAD DE LA MENTE
La moralidad de la mente se refiere al desarrollo del carácter del artista marcial durante el entrenamiento. El artista marcial debe practicar con: voluntad, resistencia, perseverancia, paciencia y valor.
* Voluntad. Es la facultad de hacer o no hacer realidad la intención o deseo de efectuar algo. Esto se funde con otra cualidad importante que es la determinación, que aparece cuando una persona tiene decisión y firmeza de carácter.
* Resistencia. Es la capacidad de aguante al sufrimiento o dolor. Sin este aguante el artista marcial no podrá perseverar, pues la técnica física implica dolor e incomodidades que deben ser resistidas para poder evolucionar dentro del Arte.
* Perseverancia. Consiste en mantenerse constante en la consecución de lo comenzado, ya que la única manera de llegar a ser un experto en artes marciales es el entrenar de manera constante y sacrificada.
* Paciencia. Es la facultad de saber esperar con tranquilidad y sosiego cuando algo se desea mucho, y que en el caso que nos ocupa se traduce en tener paciencia en conseguir resultados. Esta, por desgracia, es una cualidad que escasea en los nuevos aspirantes a artistas marciales, que piensan que se puede llegar a ser un Bruce Lee o un Steven Seagal en pocos meses, cuando se necesitan largos años de entrenamiento, sufrimiento y mucha perseverancia.
* Valor. Es la capacidad del espíritu que nos lleva a enfrentarnos al miedo y superarlo, a pesar de enfrentarnos al peligro. Esta misma determinación nos ayuda en la consecución de grandes iniciativas y proyectos, como pueden ser los campeonatos y torneos.
Todo artista marcial debe pensar que las Artes Marciales son un Camino que no termina hasta el día de su fallecimiento, por lo que, teniendo durante toda la existencia estas cualidades se llegará a adquirir el Conocimiento; la falta de una de ellas equivaldría a una fisura que iría agrandándose cada día hasta la ruptura del estudiante con las Artes Marciales.
EL DECÁLOGO DEL BUEN BUDÔKA.
Con todo lo visto, los mandamientos del buen budôka deberían ser los siguientes:
1/ Las Artes Marciales han de limitarse exclusivamente a la legítima defensa.
2/ Las Artes Marciales exigen una dedicación total y absoluta; el practicante debe entrenar sin interrupción.
3/ Las palabras y enseñanzas del profesor deben ser atendidas y asimiladas.
4/ El estudiante de Artes Marciales debe respetar a su instructor y honrar a su Maestro.
5/ El estudiante debe ser siempre amable, cordial, amigo de sus compañeros, y actuar con total honradez.
6/ El estudiante de grado superior debe ayudar al de grado inferior, y este debe admitir sus enseñanzas.
7/ Fuera de la escuela, el estudiante nunca debe mostrar técnicas a los no iniciados, aún a costa de rechazar un desafío.
8/ El estudiante no debe ser agresivo, y debe mostrarse en constante armonía con Todo y con todos.
9/ Sólo debe transmitirse el conocimiento de las Artes Marciales a aquel que sea pacífico.
10/ Recuerda siempre que las Artes Marciales no son un juego, son unas Artes defensivas muy sofisticadas que mal ejecutadas puede ocasionar daños irreparables.
Como veis, estos mandamientos se abren y se cierran con una cualidad sumamente importante: la Prudencia.
FINAL
Aconsejo que este Decálogo presida la sala de entrenamiento de cada grupo marcial, para que pueda ser consultado libremente por todos, de esta forma siempre se tendrán presente sus enseñanzas.
F. Javier Hernández Pérez
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