La meta básica del entrenamiento marcial es conseguir una cierta habilidad a través de una práctica incansable; con el tiempo el artista marcial llega a fundirse con la técnica, de tal forma que empieza a realizarla sin pensar en hacerla, simplemente realizándola; cuando llega a este estadio el artista marcial alcanza la
maestría, se convierte en un letal instrumento que no se esfuerza por ser eficaz pero que pese a ello lo es.
Esta es la maestría técnica, la perfección técnica y táctica que se logra
a través del esfuerzo y la constancia en el entrenamiento, pero existe un nivel superior de maestría que transciende la técnica aunque previamente nos hallamos apoyado en ella: ese nivel es sinónimo de eficacia, de total eficacia, sobre la cual realizaré seguidamente una serie de reflexiones independientes pero que se complementan entre sí, teniendo en cuenta en todo momento que el
secreto de la eficacia conlleva el secreto último de la maestría.
REFLEXIONES SOBRE LA EFICACIA
* El secreto de la eficacia viene dado por un hecho indudable y sin embargo misterioso: existe una complicidad entre el ser y el Todo, entre nosotros y todo aquello que nos rodea, esta armonía es algo que la mente consciente y la voluntad no pueden controlar, sino que es la parte inconsciente de nuestro ser la que está en comunicación directa con ello. A esta parte inconsciente es a lo que llamamos instinto o intuición, la cual, si es desarrollada adecuadamente, nos abrirá la puerta a todo un mundo nuevo de eficacia, ya que la actuación por instinto es mucho más rápida, más ingeniosa, más profunda, y más certera que la actuación regida por la mente consciente.